Vende con pasión, negocia con instinto y transmite energía en cada operación. Juanjo no espera a que pase algo: lo provoca. Así es, así vende.
Empezó en el sector inmobiliario con solo 20 años, comprando un local para montar su propia exposición de muebles. Desde entonces, Juanjo no ha parado. Inversor desde joven, siempre tuvo claro que el mercado inmobiliario era lo suyo.
Juanjo delante de la fachada de Beneite en la Plaza Elíptica de Vigo.
“La primera vez que escuché a mi tío hablar de una compra en Redondela tenía diez o doce años, esa conversación me emocionó y se me quedó grabada”.
Durante años invirtió unicamente en inmuebles para él, hasta que decidió dar el paso y unirse al equipo de Beneite Inmobiliaria:
”Lo que me convenció fue el carácter de Cari y de Pablo y su forma innovadora de ver el sector”. Desde entonces, es el alma comercial de Beneite. “Mi papel es vender. Me apasiona visitar, conocer al cliente, entenderlo, disfruto de ello”.
Para Juanjo, el secreto está claro: energía, pasión y actitud. “Eso no se entrena, se tiene de serie. Puedes mejorar, claro, pero hay gente que simplemente lo lleva dentro”. Esa energía se nota también en su forma de trabajar: “Uso WhatsApp, el mail… pero sigo necesitando hablar con los clientes, escucharlos, entenderlos. Esa conexión es lo primero para que una venta tenga éxito”.
Su experiencia como inversor le enseñó una gran lección: “En este mercado hay que ir a por las operaciones. No se puede esperar sentado, el mercado es muy dinámico, no hay un momento o una operación iguales”. Por eso no sorprende que diga que lo que más valoran sus clientes es ver que quien comercializa su propiedad lo hace con verdadera pasión. “Muchos piensan que pueden vender por su cuenta, pero se equivocan. Ni yo soy objetivo con mis propias propiedades. Se necesita alguien que lo vea desde fuera y defienda bien el proceso de comercialización”.
Hoy, Juanjo observa un mercado con alta demanda y poca oferta, pero con oportunidades para quienes saben moverse. “Acertár con el precio de venta es fundamental, el mercado actual no está dispuesto a asimilar sobreprecios". Juanjo hace amigos en cada café, valora su red de contactos como una de sus principales fortalezas y que cree que la clave está en cerrar operaciones donde ambas partes salgan ganando.
“Vender me gusta. Pero lo que más me gusta es que otros compren, que otros vendan. Eso es el mercado. Y a mí me apasiona”
Cuando la profesionalidad se mezcla con la intuición, y la experiencia con la audacia, ya no hablamos solo de un agente inmobiliario, hablamos de un impulsor del mercado. Juanjo no vende casas: mueve voluntades, activa decisiones, impulsa cierres. En un sector que a veces olvida el alma, él recuerda que detrás de cada operación hay personas, momentos y sueños. Su ímpetu, es la chispa que activa movimientos cuando otros aún están dudando. Por eso, más que vender, Juanjo transforma realidades. Y ese es, quizás, el arte supremo en su oficio, algo que en Beneite no damos por hecho, sino que disfrutamos cada día junto a él.